Mamá, aquella que te pare, y también aquella que no lo hace.
Mamá, la que habiéndolo llevado dentro 9 meses, o
tal vez no, lo siente como lo más importante y da todo por él.
Mamá, la que te enseña a comer, a caminar, a
hablar, a caerte y levantarte siempre. La que te forma como persona, la que te
educa, la que te muestra un camino y te deja aun así que tomes el tuyo propio.
Siempre a tu lado, aunque te equivoques.
Mamá, la que aguanta que estés días sin llamarla
más que para saludar, y que luego reaparezcas en tus momentos de hundimiento, hablándola
a todas horas, llorando cada minuto.
Mamá, la que te prepara tus comidas favoritas,
aunque odie cocinar. Y te hace comida de sobra para que te la lleves a casa
después.
Mamá, la que te regañaba porque hacías algo mal, y
al segundo estaba jugando contigo, porque sabía que lo único que querías era
sentir su calor.
Mamá, la que lucha contra brazo y marea para sacar
adelante sola a un hijo, a cambio de perderse su tiempo con él, sus mejores
momentos, y se los regala a quien le cuida.
Mamá, la que piensa siempre primero en su hijo, y
después en sí misma, solo porque sabe que cuidándose ella podrá seguir dándole
lo mejor.
Mamá, dame la mano, que ahora me toca a mí
cuidarte. Como tantas veces has hecho durante toda mi vida, y sigues haciéndolo
aún. Porque no hay alivio más grande que el abrazo de una madre, ni sonrisa más
perfecta que la que ves en su rostro cuando vuelves a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario