martes, 30 de abril de 2013

Cómo no te voy a querer

No acostumbro a escribir de fútbol, incluso hablo de ello mucho menos de lo que me gustaría.

Al final el fútbol lo veo, lo vivo, lo siento, lo disfruto. No sufro, bueno, tengo mis momentos, pero básicamente es mi válvula de escape. Una parte importante de mi vida. Porque me ha llenado esta de recuerdos.

No sé a quien debería dar las gracias por haber crecido en una familia donde el fútbol se me metió en vena.
El caso es que hoy ha vuelto a ser una noche mágica. Porque a quienes nos gusta este deporte no necesitamos solo victorias para sentir que son noches inolvidables.

Jamás olvidaré la derrota del año pasado en los penaltis contra el Bayern. Ni el Centenariazo del Depor. Ni la Copa que nos ganó el Atleti en el Bernabéu. Recuerdo muchas derrotas, quizás incluso más que victorias.

Y es que en noches como hoy el recuerdo es grato. Es una sensación agridulce, un "lo hemos tenido tan cerca". Llevaba desde que el Madrid perdió en Dortmund pensando que se podía, convenciéndome de que no era tan difícil. Si ellos nos metieron 4, no íbamos nosotros a poder meter 3?

Y me lo creía. Firmemente creía en ello. Y llevaba desde ayer con ese cosquilleo nervioso, esa sensación que te provoca el fútbol, de que puedes vivir algo histórico. De que estás formando parte de nuevo de ello.

El esfuerzo de mi padre hace ya muchos años me dio la suerte de poder ir cada domingo que hay fútbol al Bernabéu. Y cada partido de Champions. Y eso es especial. El año empieza para mí el día en el que vuelve a sonar el himno de la Champions. Puedo dejar de ir a la Liga, puedo perderme toda la Copa, pero la Champions... eso es otra cosa.

No cambio por casi nada el abrazo con mi hermano cuando hemos metido el 2º gol. Los cánticos de la gente. La emoción. E incluso las lágrimas a la salida del estadio de una niña que seguramente creía más ciegamente aún que yo en que podíamos, en que habría remontada.

El resultado al final es lo de menos. Cada año solo puede ganar uno. Y afortunadamente mi equipo sigue siendo el que más Champions ha ganado. La pena es que se acabó otra vez. Que debo esperar ahora unos cuantos meses hasta volver a sentir la emoción de la competición.

Hoy me siento triste. Sí, un poco. Y feliz, también. Orgullosa y tranquila. Porque las cosas hay que intentarlas, y para perder eliminatorias hay que disputarlas hasta el final. De nuevo caemos en semifinales.
De nuevo estaré todo el año brindando por la Décima. Se siente, no dejaré de hacerlo hasta que la consigamos.

Y es que ... como no te voy a querer.