lunes, 30 de agosto de 2021

Echar de menos

 Me dices que no te eche de menos, como si eso fuera posible.

Que tampoco ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos.

Para mí esos diez minutos ya son un mundo sin ti. Seiscientos segundos de distancia. No sé los metros, pero podemos medirlo en tiempo. Nuestra distancia se mide en tiempo, no en metros.

Por eso ya te extraño. Aunque me pidas que no lo haga. Pero como necesito respirar también te necesito a ti. Cerca, sin tiempo, sin segundos de por medio, simplemente tu piel pegada a la mía.

Cómo no te voy a echar de menos si mientras escribo seguimos alejándonos, segundo a segundo.

Desde mi ventana

 Desde mi ventana veo el mar. 

Está bravío, las olas chocan contra la orilla, y los colores se mezclan con el cielo.

Veo el mar, y las palmeras. Veo esa mezcla de colores que me embelesa, y hace que pase las horas muertas mirando a través del cristal.

Y cuando salgo a la terraza, además de ver el mar puedo olerlo. Y también escucho las olas muy a lo lejos, y las hojas de las palmeras luchando contra el viento.

Cierro los ojos y sigo viéndolo, porque tengo todo grabado en mi mente.

Desde mi ventana me dejo atrapar por la felicidad, que se arrastra despacito, esos millones de pequeños detalles que conforman una vida, y le dan sentido a todo.

Se mete por cada poro de mi piel y ya no hay más remedio que seguir sonriendo.

Desde mi ventana todo es posible