lunes, 30 de abril de 2012

Crímenes perfectos. Andrés Calamaro




Crímenes perfectos. A.C.

"¿Sentiste alguna vez lo que es, tener, el corazón roto?.
¿Sentiste a los asuntos pendientes volver, hasta volverte muy loco?.

Si resulta que si, sí podrás entender lo que me pasa a mi esta noche, ella no va a volver y la pena me empieza a crecer adentro, la moneda cayó por el lado de la soledad y el dolor...

Todo lo que termina, termina mal, poco a poco.
Y si no termina, se contamina más, y eso se cubre de polvo.

Me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78, me toco crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor, la moneda cayó por el lado de la soledad, otra vez...

No me lastimes con tus crímenes perfectos, mientras la gente indiferente se da cuenta.
De vez en cuando, solamente, sale afuera la peor manera".






miércoles, 25 de abril de 2012

Esta vez fue Cádiz


Esta vez fue Cádiz. En otros tiempos había sido Madrid, Almuñécar, La Herradura, Granada, Algeciras, Jaén, y hasta Estambul... por citar algunos casos.

En nuestro caso el lugar nunca pareció demasiado importante. Nunca lo fue, de hecho.

Incluso a veces no importaba ni el plan que había: salir, entrar, comer, cenar, ver la tele, jugar al Monopoly, pasear, charlar. Nunca importó.

Un 9 de noviembre de hace ya muchos años (sé que ella siempre se acuerda del año, yo en cambio soy incapaz), cuando estábamos en 2º de Periodismo, cuando estábamos un poco perdidas, empezamos a marcar una etapa clave de nuestras vidas. Y aunque voy a hablar de mí sé que ella piensa igual.

Porque posteriormente he tenido magníficos amigos, gente increíble que me han dado muchísimo y por quien me he entregado. Personas que me han llenado, que me han ayudado a construir mi vida, poquito a poco.
Todos son importantes de una u otra manera. Unos más, otros menos. Y esto no quiere decir que ella sea la más importante, o que no lo sea. No tengo a nadie en mi vida, excepto a mi madre, a quien le deba más que al resto, si acaso les debo cosas muy diferentes.

Y a R. le debo el haberme hecho conocer esta amistad que supera como ninguna la distancia y el tiempo. Los altos y bajos han sido constantes. Nos fuimos a vivir a 208 kms de distancia, ella en Sevilla, yo en Málaga. Y sin embargo estaba claro que ese no era nuestro momento.

R. me ha enseñado a ser más segura de mí misma, me ha sorprendido muchas veces, me ha hecho rabiar muchas otras, y he querido matarla en ocasiones (sí, Turquía fue testigo de ello. El hambre y el sueño provocan en ella algo imposible de soportar, jaja). Pero al final siempre que nos hemos despedido, y han sido muchas y muchas ocasiones (más que de nadie, sin duda) lo he hecho sabiendo que es "la muy mejor". Que siempre estará. Que siempre estuvo. Que nunca me ha fallado. Y que espero no fallarle yo a ella.

Si me tengo que quedar con algo... me resulta difícil hacerlo. Quizás me quedo con los días más grises de mi vida. En los que estuvo cada segundo conmigo, cada minuto de agonía estaba apoyándome, comiéndose por dentro y sola la pena de verme sufrir al perder a mi padre. Y eso es algo que cualquier persona con conciencia agradecería eternamente. Y no, no es algo que cualquiera habría hecho.

Cuando uno es feliz a veces olvida de donde viene, de quien tiene. Me arrepentiré siempre de ello, de no haber sido más lista, y haberme dado cuenta de que me estaba perdiendo el crecimiento de mi "sobrino", entre otras cosas. Pero ya no hay marcha atrás. Sin embargo sé que el futuro será más benévolo, y que podremos recuperar el tiempo perdido, y no dejar escapar la suerte que un día tuvimos de cruzarnos en el camino.

Cádiz ha sido el escenario último, el más reciente. Ahora solo el destino sabe cual será el próximo lugar que visitaré como excusa. Porque al final me da igual Cádiz que Leganés. No me importa donde vaya, donde vayamos, siempre estaremos. No sé si la eternidad existe, pero si lo hace: hasta la eternidad.

Gracias por todo R., te quiero.



martes, 17 de abril de 2012

Y los sueños a veces se cumplen



"Ríe, la vida como un volcán hay veces que ríe
Y nada tiene que ver con el tiempo
Se ríe porque para ella somos tan leves
Como el humo azul que del pudor se desprende
Y ríe porque tu llanto se lo merece
Y también porque el querer es reírse a veces"

Carlos Chaouen. "Semilla en la tierra"


Ya llevo más de dos horas despierta. Y estoy aún soñando.

Ya he pisado dos casas y eso que llevo más de dos horas despierta. Y sin embargo mis pies no pisan la tierra.

Me encanta que suene Carlos Chaouen cuando pongo el modo aleatorio en el Spotify, y que salga esta canción que dice tanto. Y me encanta escucharla tranquila, mientras me tomo mi Nesquick, mientras reflexiono, mientras intento tocar por fin el suelo.

Ayer me hicieron muy feliz. Me lo podía esperar de dos personas que son grandísimos amigos.

S., mi amiga más antigua -junto con mi "casi hermano" A.-. Nos conocemos desde los 5 años, y con altibajos, pero llevamos toda una vida junta, compartiendo, riendo, llorando, viviendo, soñando.

D., su marido. Algo más que su marido. Mi amigo. Con retazos, quizás un poco torpes, hemos ido dibujando un lienzo, con una palabra que sobresale ante todas: amistad.

Y como decía, de ellos me podía esperar que me hicieran feliz, una vez más. Lo han hecho muchas. Hemos compartido grandísimos momentos, anécdotas inolvidables, visitas en Málaga que me daban la vida (que nos daban la vida). Juntos, como con S. también hemos reído, llorado en un coche, cantado a voz en grito, insultado a una cantante en un concierto, bailado, emborrachado, visto luces parpadeantes...

Lo que no me podía esperar es que en estos días que aún son grises (me acuerdo ahora de mi anterior blog, elfindelosdiasgrises) pudieran ponerle luz, junto a dos personas que han aparecido de imprevisto en mi vida.

Intento explicarme. Hemos pasado sin duda días de los más feos que se pueden pasar, llenos de miedo, incertidumbre, dudas, temor, cansancio, desazón. Y en esos días he descubierto a dos personas increíbles. A veces la vida te recompensa, y tras pasos y pasos sin encontrar un camino de repente un día encuentras que el caminito estaba escondido detrás de un seto. Algo así ha sucedido. Tras meses y meses de travesía por el desierto de repente he encontrado a quienes me han dado una cantimplora interminable.

Gente que llega, te conquista con su mirada, te atrapa con su abrazo y sabes que se quedarán para siempre, o mientras ellas quieran.

Hablo de R. y K., K. y R. Hablo de quienes llegan como allegadas y se quedan por méritos propios. Hablo de dos personas que me han escuchado mis paranoias sin interrupción (será porque estaban ya acostumbradas a las de su hermano, jaja). Hablo de aquellas que se quitan para darme. Para abrirme las puertas a algo tan grande que se queda pequeño escribir de ello. Un gesto de generosidad tan grande que las lágrimas no han sido capaces de venir aún, por miedo a dejar feo algo tan bonito.

¿Sabéis lo que es cumplir un sueño? ¿Sabéis lo que es que te lo regalen? ¿Sabéis lo que es sentir de nuevo ilusión en la vida como hacía meses que no sentía? Pues si no lo sabéis os lo explico en una frase muy sencilla, que no tenéis por qué entender, pero que para mí es todo:

AITANA YA TIENE MADRINA.

Os quiero mucho. Os quiero tanto.



domingo, 15 de abril de 2012

Acaso...



Buscas la manera de ilusionarte, un objetivo en el que centrar tu lucha, y no llega.

No llega nada concreto, pero te descubres luchando por muchas cosas, por algunas personas, por hacer la vida más fácil.

Y ¿quién sabe?, quizás es que finalmente estás viendo la luz al final del túnel.

Y no solo eso, quizás es que empiezas a vislumbrar cual es tu camino.

Pero todo son quizás, todo son tal vez, todo son acasos.

Las certezas las dejo para otros, yo ya no creo en ellas.

lunes, 2 de abril de 2012

Juanito, una leyenda del madridismo.

Arriba, arriba, arriba, arriba con ese balón
que Juanito lo prepara, que Juanito lo prepara
y Santillana mete gol.



¡Illa, illa, illa, Juanito maravilla!

Mis primeros recuerdos de Juanito son difusos. Sí recuerdo el día, viéndolo desde la televisión, en que pisó la cabeza de Lothar Matthaus, genial jugador del Bayern de Munich. Y recuerdo todo lo que se escribió posteriormente, y su salida del Madrid. Sí recuerdo la imagen de Curro Romero cortándole la coleta en La Rosaleda, con la camiseta del Málaga. Y por desgracia sí recuerdo despertarme tras un partido inolvidable que viví en el Bernabéu y escuchar en la radio, antes de ir al colegio, que mi primer ídolo, Juan Gómez, Juanito, había fallecido en un accidente de coche.

Lloré, lloré mucho. Y soñé incluso con ese accidente. Mis 15 años estaban llenos de pasión por el fútbol, y de adoración a mi ídolo. Luego vino mi pasión por Míchel y por Redondo. Pero siempre me quedaré con Juanito. Con la lectura del libro que contaba su vida. Con su imagen yéndose tras un Madrid-Borussia de remontada europea, como quien celebra un gol, dando saltos desde el centro del campo. Y por supuesto con el minuto de silencio en el Bernabéu, con el rezo del padre nuestro entre miles de lágrimas (las mías y las de mi amigo Alberto, que nos mirábamos incrédulos), el inicio del homenaje en el minuto 7, con esas canciones que siempre se le cantaban, pero que desde ese día se hicieron eternas, como él.

Han pasado 20 años desde aquel día. 20 años recordándole cada domingo en el minuto 7 de la 1ª parte, con ese grito que no ha faltado en ningún partido, como estoy segura de que -si existe otra vida- tampoco ha faltado él a su cita con el Real Madrid.