martes, 29 de mayo de 2012

Yo lo quiero lograr

"Algo puede mejorar
Algo que pueda encontrar
Algo que me dé ese aliento 
Que me ayude a imaginar
Y yo lo quiero lograr
Y sólo quiero recordar
Y darle tiempo a este momento
Que me ayude a superar
Que me dé tu sentimiento"



He pasado de la ansiedad incontrolable por la soledad a poder controlarla, en cierto modo.

El tiempo está volando, demasiado deprisa quizás. Lo que antes era lentitud exasperante, el indeciso paso de los minutos, se ha convertido en un vuelo de rasante. Pasan los días sin darte cuenta. Se acaban los meses del calendario... y nos acercamos al año...

Y las heridas siguen abiertas, aunque van cicatrizando, despacio, pero lo hacen.

"Hay penas de amor que el tiempo nunca borra y que dejan en las sonrisas cicatrices imperfectas". Marc Levy

La sonrisa aparece con mayor facilidad. Reconoces a tu alrededor las manos amigas, y empiezas a encontrar las nuevas piezas para construír el puzzle.

Sueñas con subir a un coche, poner la música a todo volumen y "volar". Que los kilómetros se gasten. Que los pueblos pasen. Que el dolor se agote. Cansarlo, dejarlo exhausto, para que al ir a dormir todos los miedos hayan huído. Cobarde miedo, inútil pánico. Que huya de mi vida y me deje descansar.

Quiero playa, quiero viajes, quiero amigos, quiero risas, quiero mojitos, quiero paseos, quiero a mi gente, a la que ha estado desde el primer momento en el que mi castillo empezó a caerse. Primero una pieza, luego otra, y allí estaban ellos. Y no han dejado de estarlo.

Y cuando pensaba que ya no necesitaba a nadie más, entonces aparecen otras manos para ayudar a dar el toque de gracia. Para aportar una nueva visión, para abrazarme y hacerme sentir incluso -sí, incluso-, feliz.

Quiero vivir el verano como si fuera el último, para recuperar el tiempo perdido del verano pasado, de esos meses oscuros en los que las lágrimas no me dejaron dar un paso confiado. Empezar con esta nueva etapa. Encontrar un trabajo. Ayudar a quien me necesite, ahora seré yo la que os dé la mano. Ahora necesito vivir, y sentir, y volver a querer. Y ser yo. Y abrazar a Blanca y a Aitana.


viernes, 25 de mayo de 2012

Perdona este final



Las personas somos irremediablemente algo masoquistas.
No sé porqué lo hacemos, pero aún teniendo claro que te hará daño a veces abrimos el cajón de los recuerdos y dejamos que nos invada, en oleadas, una nostalgia dolorosa.

Mi cajón se llamaba El Fin de los Días Grises (http://elfindelosdiasgrises.blogia.com), y era un blog que nació en diciembre de 2003 y murió en junio de 2011. 7 años y medio de mi vida resumidos en palabras, canciones, imágenes.

Hoy me ha dado por "bucear" en él. Y en mayo de 2004 ya he tenido que parar. Demasiados recuerdos para los que aún no estoy preparada.

Y casualmente entre todos esos escritos encontré un poema de Fernando Beltrán, que publiqué en enero de 2004. Siempre me pareció una preciosidad. Hoy lo comparto con todos aquellos que no lo leistéis entonces:


"Perdona este final.

Ya sabes que en la vida sobran siempre las 

últimas escenas.



La última hora de una noche de amor.

El último día de un viaje.
La última carta.
La penúltima copa.
Perdona este final.



Llueve, 

me odias,
los bares cierran".


Por cierto, he puesto la canción de Ismael Serrano, "Recuerdo", porque tiene una frase que me ha acompañado y me acompañará siempre, tan simple y tan real: 
"Agárrate de mi mano, que tengo miedo del futuro". ¿Cuantas veces te lo pedí? :S



lunes, 21 de mayo de 2012

El amor está sobrevalorado :D


Y como deshacerme de ti si no te tengo,
como alejarme de ti si estás tan lejos,
el problema no fue hallarte
el problema es olvidarte,
el problema no es que mientas,
el problema es que te creo,
el problema no es cambiarte,
el problema es que no quiero,
el problema no es quererte,
es que tú no sientas lo mismo,
el problema no es que juegues,
el problema es que es conmigo



Hoy empiezo con un tweet que acabo de publicar:

"Por 1ª vez en varios meses hoy tengo la sensación de no tener NADA que hacer. Fin de todos los flecos. Ahora toca crear. Qué difícil".

Y mi genial amigo P. me contesta esto: "Por lo pronto acabas de crear un interesante tweet. Y la sensación que describes no me parece precisamente mala".

Y esta es mi respuesta: "No, no es una mala sensación. Es extraña. Me he despertado, y me he preguntado "¿ahora qué?". Hay un abismo, pero no tengo miedo. :)"

Tras este interesante diálogo epistolar moderno, me siento delante del ordenador con ganas de seguir reflexionando. 

Ayer llegué de Denia, de un fin de semana prometido a una maravillosa amiga y que se ha visto completado por otras tres personas excepcionales. Un fin de semana que puedo intentar resumir en varios puntos: 
1. "Ábreme la puerta" y "Sigo vivo". Sin más. Banda sonora extraña de estos días.
2. Mojitos de calidad. Mojitos de frío, charlas, mantas, risas y confesiones. Con y sin alcohol. Mojitos que sirven para valorar mucho también a otros mojitos... y olé :) 
3. Playa, tapadas o al sol, playa. 
4. Comer como se debe: de lujo.
5. El amor está sobrevalorado. Y sus posteriores charlas derivadas de la idea. Trending topic del fin de semana. 
6. Whatsapp. Imprescindible. 
7. Somos del Chelsea desde pequeñitas.
8. ¿Eres pragmática o racional? ¿Realista positiva o realista negativa?
9. Adoro Denia.
10. Vivo.

Este viaje me ha dado para reírme mucho. Pero también me ha dado para reflexionar una barbaridad. Hacía tiempo que no tenía una introspección tan grande. Mirar realmente dentro de mí. Analizar mi realidad, sentirla, y obedecerla. Que a veces es lo más difícil. 

Le robo a una reciente pero enorme amiga algo que rescató ella de una serie y que me hizo abrir los ojos un poco más: "Que queramos aferrarnos a cómo era todo antes, en vez de dejar que sea lo que es. Que queramos aferrarnos a viejos recuerdos en vez de generar otros". 

¿No es absolutamente cierto acaso? ¿No cometemos el error de quedarnos anclados en el pasado, mientras a nuestro lado pasa el presente y se acerca el futuro? 

La cuestión es que hoy, tras estos dos días de gran intensidad emocional (y no toda esa intensidad positiva, precisamente) me he despertado y me he dicho: "¿y ahora qué?"

He cerrado ya muchas puertas que debía cerrar. Y por primera vez quizás mi corazón y mi cabeza van en la misma dirección. No tengo trabajo, no tengo una obligación, quiero disfrutar. Quiero vivir. Quiero sentir. Quiero pelearme conmigo misma una y mil veces y acabar ganando mi propia batalla. 

Este fin de semana abrí los ojos a cosas feas, sentí mucha rabia, mucho dolor. El recuerdo no siempre es algo bonito. Duele, y mucho. Y seguirá doliendo. Pero si siempre supe que quería crear nuevos recuerdos, ahora lo tengo más claro aún. Y sé, y eso es lo que más me mueve, que no tengo porqué crearlos sola. Que aún tengo margen para caerme unas cuantas veces y que me sigan levantando. Son siempre los mismos, pero son. Y eso es un privilegio. Quien se tenga que dar por aludido que se de. 

Me hacéis más fuerte. Y yo solo sé escribirlo. Porque no todas las personas abrimos nuestro corazón de la misma forma. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Denia. 1983



Tenía 7 años. Tengo leves recuerdos de aquel verano. Sobre todo recuerdo la piscina, porque los intrincados toboganes me dejaban con la boca abierta, y nadar junto a mi padre me fascinaba.

Recuerdo el restaurante que había a la entrada, donde probé por primera vez la pizza, aunque entonces no me gustaba demasiado, ay, bendita ignorancia.

Me acuerdo de la terraza del apartamento, que daba al césped, y que era mi rincón favorito para desplegar todo un ejército de "cliks" de Playmobil e inventar miles de aventuras imaginarias, donde la protagonista siempre era yo.

Jugaba con mi hermano a la pelota. Y bajábamos a la playa, cruzando la carretera.

Y para mí era solo un verano más de esos, donde íbamos a un sitio nuevo. Donde siempre había algo que a mis padres no les gustaba y emprendíamos un viaje sin regreso. Lugares que visité y a los que nunca volví. Y algún lugar que visité y donde luego viví.

Pero ese 1983 fue el año en el que llegamos allí. La pequeña localidad que se convertiría en mi pequeño paraíso. El sitio de mi recreo al que volví con mis mejores amigos, con mi novio, con amigos que no eran tan buenos (aunque creía eternos). El espacio en el que me siento yo, en el que dejo que mi mente vuelva a mi infancia. Y me siento como cuando tenía 7 años. Sin miedos, sin rencores, sin tristezas.

Quizás no tanto. Tal vez ahora haya demasiados recuerdos dispersos por mi casa, por sus playas, por su piscina, por su césped. Demasiada gente a la que he enseñado cada uno de los rincones que me siguen emocionando. La alegría se confunde con la melancolía. Ahí he vivido algunos de mis mejores días, y sin duda los peores minutos de mi vida.

Pero siempre volveré. Siempre me esconderé entre sus olas, entre su arena, entre sus palmeras. Volveré para encontrarme, para respirar su aire y pensar: "no sabéis lo que os estáis perdiendo".

Vuelvo este viernes de nuevo. Vuelvo con gente que repite, y vuelvo con gente que se estrena.

Y tendré mis momentos de encierro. Cuando llegue al lugar donde él siempre me esperará. Cuando mire hacia el mar y no le vea nadando a lo lejos. A uno y a otro. A ambos les añoraré, como cada vez que voy. Pero es lo que hay. Denia, mi pequeño paraíso, está esperando de nuevo nuestra visita.

domingo, 13 de mayo de 2012

Llegando al fin

That's me in the corner 
That's me in the spotlight 
Losing my religion 
Trying to keep up with you 
And I don't know if I can do it 
Oh no I've said too much 
I haven't said enough 
I thought that I heard you laughing 
I thought that I heard you sing 
I think I thought I saw you try 



Hay semanas difíciles, semanas anodinas, semanas intensas, semanas divertidas.

Y en ocasiones, como esta, hay semanas que engloban casi todas las cosas. 

La semana empezó fuerte. Muy fuerte. Increíblemente fuerte, añadiría. Empezó con una visita impactante, a la que me asustaba tener que enfrentarme algún día. Pero llegó el día. Y el día y la visita se despidieron con una sonrisa. 
Con una sensación de empate técnico, que te da la calma de haber hecho bien el trabajo.

Y tras el sueño reparador de aquella noche del lunes me desperté el martes con una de las noticias más feas que se puede recibir. El adiós inesperado de una persona joven, vital, entusiasta. Alguien que me inició en mi vida en Málaga, y con quien luego no tuve mucho más contacto -aparte de un par de encuentros por diferentes motivos-. Pero era alguien imprescindible para una persona a la que quiero muchísimo. Y su dolor, su desazón en la enorme distancia, me hicieron sentir ese dolor casi como propio. 
Una persona, cuando se va, debe aspirar a lo que Olga consiguió: que nadie quede indiferente a su sonrisa y su forma de vivir la vida. Nunca te olvidaremos. 

El miércoles seguí dando pasos en mi camino por disfrutar de una vida nueva. De experiencias reconfortantes. Y con mi hermano y mi Cú me adentré en el curioso mundo del golf. Ahí demostré que Dios no me llamó por el camino del golf, pero que tengo que seguir intentándolo. 

¡Y por fin el jueves pudimos celebrar la 2ª jornada del "Mojito y Olé"! 
Un encuentro que nació de forma casual en un entorno tan desagradable como el de un hospital, pero que ha forjado un vínculo difícil de olvidar, difícil de romper. Repetíamos el experimento, esta vez en una casa, con mi amigo D. por fin con nosotras, y con Gran Hermano y pizza de fondo. Unos mojitos para acompañar a las risas. Unas risas para acompañar unas conversaciones. Y unas palabras que se alargaron hasta tarde. Hasta muy tarde. Aunque a veces nunca es demasiado tarde. 

El fin de semana he estado dando un curso intensivo para complementar mi formación para el voluntariado. Y entre medias ayer el día acabó en hoy. Y abrir los ojos ha sido un auténtico suplicio, tras una noche más que interesante. El cumpleaños de quien ahora me llama "familia" era una excusa espectacular para dormir poquito, para descansar menos y para reír mucho.

Y con una semana de tal fuerza el final tenía que ser en forma de premio. 
Como una recompensa tras el largo caminar llega el último partido en el Bernabeu. Se acaba la Liga. Se acaba esa bendita locura de acudir cada dos semanas a ver a 22 tipos corriendo tras un balón. Qué simpleza definir así algo que me da grandes alegrías. Porque sigo viviendo a tope cada partido, cada gol, cada fallo, cada cántico, cada silencio. Porque lo comparto con otros benditos locos como yo. 

Y porque hoy esto tiene que acabar bien. Quiero tres resultados. Tres resultados que no dejaré escritos, pero que deseo con todas mis ganas. Tres resultados que harían felices a muchas personas que quiero muchísimo, que se merecen acabar esta larga temporada con una alegría. Por muchas razones. Para seguir cerrando círculos. Para abrir historias nuevas. Para vivir emociones con nuevas personitas...

A las diez de la noche todo habrá acabado. Y entonces solo espero una cosa, que todas esas personas a las que quiero, y yo misma, estemos celebrando que nuestro objetivo se ha cumplido. 

Solo pido eso. Y dormir, pero eso tengo que dejarlo para más tarde. 

Consider this 
The hint of the century 
Consider this 
The slip that brought me 
To my knees failed 
What if all these fantasies 
Come flailing around 
Now I've said too much 
I thought that I heard you laughing 
I thought that I heard you sing 
I think I thought I saw you try 

But that was just a dream 
That was just a dream




jueves, 10 de mayo de 2012

El tiempo no para


"Disparo contra el sol con la fuerza del ocaso, 
mi ametralladora está llena de magia, 
pero soy solo un hombre más. 

Cansado de correr en la dirección contraria, 
sin podio de llegada y mi amor me corta la cara, 
porque soy sólo un hombre más. 

Pero si pensás que estoy derrotado, 
quiero que sepas que me la sigo jugando, 
porque el tiempo, el tiempo no para. 

Unos días sí, otros no, 
estoy sobreviviendo sin un rasguñón, 
por la caridad de quien me detesta. 

Y tu cabeza está llena de ratas, 
te compraste las acciones de esta farsa, 
y el tiempo no para. 
yo veo el futuro repetir el pasado, 
veo un museo de grandes novedades 
y el tiempo no para, no para, no. 

Yo no tengo fechas para recordar, 
mis días se gastan de par en par 
buscando un sentido a todo esto. 

Las noches de frío es mejor no nacer, 
las de calor se escoje matar o morir, 
y así nos hacemos argentinos!! 

Nos tildan de ladrones, maricas, faloperos, 
y ellos sumergieron un país entero, 
pues así se roban mas dinero". 


Esta noche no tengo nada concreto sobre lo que escribir. Ni un pensamiento único que me ronde la cabeza. Sin embargo estoy demasiado activa como para dormir. Y en esa actividad me ha venido a la mente "El tiempo no para", de Bersuit Vergarabat. Este grupo cambió mi vida, sin duda alguna, sobre todo en un concierto el 15 de mayo de 2003. Pero hoy no he venido a mi rincón a escribir sobre aquello (y no porque sea poco importante).

Lo cierto es que últimamente la música ha vuelto a formar parte importante de mi vida. En cada conversación, en cada pensamiento, me viene la letra de una canción, para poner la banda sonora correspondiente, en ocasiones bastante apropiada.

Y es que, lo que sí es verdad, y siguiendo con la música, y con esta canción en particular, es que el tiempo no para. Van pasando los segundos irremediablemente. Y que no paren es buena señal.

Aunque me siga sintiendo muy joven, porque lo soy, el paso de los años me ha robado algunas cosas. Miro la vida con una visión más pesimista, más calmada, menos efusiva y, eso sí, quizás más emotiva. Mi pasado ya es bastante amplio como para aprovecharlo en futuras historias. Es curioso, porque otro tema que va unido a este paso del tiempo es la velocidad a la que se pasa la vida.

Hay momentos en que el transcurrir es rápido, vertiginoso, a tal velocidad que no nos paramos a disfrutar, saborear, paladear, ni los lugares, ni las situaciones, ni la gente que lo conformaron. Y creo que el truco de la vida, de mantener el "tempo", es precisamente el saber parar a tiempo. Te detienes, observas, escuchas, reflexionas y, si procede, opinas, y si no atesoras el momento.

Somos como aquellos turistas que llegan a un sitio y fotografían los mismos monumentos y desde el mismo ángulo que la guía de viajes que les acompaña. Así nos movemos en nuestra propia vida.

La noche está para divagar, pero mi escritura es espesa. Llevo todo el día espesa. Y ahora además ya cansada. Al sueño se une el agotamiento físico, tras mi primera clase de golf. Dios mío, ¿qué estoy haciendo con mi vida?

En fin, que el tiempo no para. Y no mentiría si dijera aquello de "yo no tengo fechas para recordar, mis días se gastan de par en par, buscando un sentido a todo esto". Ya una vez lo envié en un sms. Fue allá por 2003, o principios de 2004 quizás. Lo que está claro es que fue después de ese concierto de Bersuit del que no tenía pensado hablar. Entonces no sabía que 8 años después seguirían gastándose mis días buscando un sentido a todo esto. Eso sí, con muchas fechas para recordar.

"Pero si pensás que estoy derrotado, quiero que sepas que me la sigo jugando, 
porque el tiempo, el tiempo no para"

sábado, 5 de mayo de 2012

La manta y la felicidad

Veo nubes llegar, 
quizás vuelva a llover, 
pero ahora sabemos 
qué tenemos que hacer. 
Continuar...y andar con dirección. 
Continuar...no habrá equivocación. 
Continuar...sorteando baches. 
Confía en ti, déjate ir.



Hubo un tiempo en el que era moderadamente feliz. Con momentos de inmensa felicidad. En términos generales la felicidad se hizo visitante habitual de mi casa. No puedo decir lo contrario.

Vivía donde quería vivir, con quien quería vivir, como quería vivir. Viajaba, soñaba, salía, entraba.

Mi mundo era sencillo y a la vez cada cierto tiempo presentaba algo novedoso que le daba color a la escena, si es que esta se estaba volviendo blanco y negro.

En ocasiones pienso que hice demasiado uso de la alegría, abusé de ella. Y eso no sentó bien. A un Dios, al destino, a la vida, a quien sea. Pero a alguien no le sentó bien. Y de un día para otro esa felicidad se esfumó. Y vuelvo al pasado. A antes de ser regularmente feliz. A ese pasado en el que la felicidad no venía de visita, sino que tenía que ir yo a buscarla. Debías esforzarte en buscarla, en luchar por ella, pelear a diario por una sonrisa. Y cuando la conseguías tocabas el cielo, pero solo era por unas décimas de segundo.

Hay días en los que añoro dejarme ir. Y en ese dejarme ir llegaba la felicidad. Sin esfuerzo, sin lucha, sin apretar los dientes. Llegaba. Y yo me dejaba envolver suavemente por ella. Es tan cálida, tan acogedora. Como cuando en noches frías regresas a casa, te pones el pijama y te metes debajo de la manta. Así defino yo a la felicidad. Ese pequeño instante que quieres sentir toda la vida.

Como escribía antes, ahora he vuelto al pasado, en el que paso de una euforia desmedida a un vacío inmenso.

Por eso ahora, después de ver todos los lados de la felicidad entiendo que la felicidad no son los pequeños momentos -como siempre se ha dicho y siempre había creído-.
La felicidad es la regularidad, la monotonía, los sillones compartidos, las películas acompañadas, los libros sin recuerdos, los álbumes de fotos sin dolor. La felicidad es la ausencia de todo tipo de sufrimiento. O sobre todo del sufrimiento del corazón.

No busco estar enamorada, no quiero el amor en mi vida, solo busco la felicidad basada en la ausencia de dolor. Solo quiero que un día se vaya el pellizco en el corazón. Solo quiero que la música no me atormente, sino que me haga cantar. Solo quiero leer sin sentir cada frase como propia. Solo quiero viajar. Solo quiero una manta que me dé esa calidez, esa paz, esa serenidad. La que aquel día de julio huyó de mí.

viernes, 4 de mayo de 2012

La mariquita



B. es una niña de apenas 4 años. Una pequeña morenita y redondita. Una pasada.

Conversación con ella ayer por la tarde:

- B.: "En casa tengo dos mariquitas."
- Yo: "¡Qué bien!"
- B.: "Sí, pero mi preciosa mariquita está malita."
- Yo: "¿Qué le pasa?"
- B.: "Que le han salido unas manchas negras."

En fin, la inocencia.

Esto que me sobra

Jamás me había sucedido. Y es de esas cosas que suceden y piensas "preferiría haber vivido toda la vida sin sentirlo". El bloqueo emocional.

Aquel que te lleva a una indefinición absoluta, a una total apatía, a una desidia algo desagradable.

Es como si no sintieras nada, pero realmente sí lo sientes. Sientes que el sentimiento se queda a medias, que quieres reír pero no te sale la risa. Quieres llorar, pero las lágrimas quedan a mitad de camino. Quieres recordar, pero tampoco lo logras.

El bloqueo. Lo que me hace sentirme rara, lo que me deja sin disfrutar de nada. El que me está llevando a un estado catatónico absurdo. Que no quiero. Que deseo desterrar.

martes, 1 de mayo de 2012

Sigo soñando

El karma. Durante meses creí que el karma se me había revolucionado. Se había vuelto loco. O bien que en otra vida fui una auténtica mala persona, familia directa de Hitler o el propio Hitler.

Todo salía mal. Todo salía peor. Cada paso que daba era en falso, y también descubrí muchos falsos a mi alrededor, todo sea dicho.

Ahora empiezo a entender que mi karma solo dormitaba. Se había quedado dormido. Demasiadas emociones, supongo. Y ahora que ha despertado me está recompensando.

No soy la mejor persona del mundo. Hago daño, claro que sí. Intento no hacerlo, lucho por no molestar demasiado, pero acabo haciendo daño a quienes quiero, de una u otra manera.

Hace años, al irme a Málaga, hice daño a mucha gente. Algunos siguieron a mi lado, pese a ello. Otros muchos desaparecieron (o desaparecí yo, a su manera de verlo). Me fui para seguir mi vida, para vivir mi sueño, para hacer lo que el corazón me dictaba. Y no me arrepiento. Nunca quise hacer daño a nadie, solo quería vivir.

Imagino que cuando decidí volver a Madrid también arrasé con algunos sentimientos. De nuevo miraba por mí misma, me guiaba por mis sentimientos, mis sensaciones, las que pocas veces me traicionan. Pero cuando has vivido en un sitio, por poco que te hayas relacionado, siempre acabas metiéndote en la vida de alguien. Y salí de una forma fea supongo. Demasiada ruptura.

En la vida siempre dejamos "cadaveres" en el camino. Es en cierto modo inevitable. Pero la clave es no hacerlo con maldad, y esforzarse en dejarlos un poco "zombies", por si llega el holocausto zombie, por si pueden revivir.

Volviendo al karma. Tras unos meses horribles en los que nada salía ni mínimamente bien, de repente un día, sin saber cómo, la ruleta gira, se para y... aciertas!

Y empiezan a llegar los premios. En forma de gente que se mete en tu vida con tal intensidad que no queda más remedio que disfrutar el momento. En forma de un sueño que se cumple, cuando te dicen que vas a ser madrina de Aitana, algo increíble.

Antes de seguir voy a hablar de A. y F., F. y A. Son dos maravillosos amigos. Juntos y por separado. A. es otra de mis más antiguas amigas, y de las mejores que alguien puede echarse a la cara. Y F., su marido, es un tipo que siempre que lo necesité estuvo, incluso sin necesitarlo también.

Bueno, no me enrrollo más. Estoy realmente feliz, porque me han pedido que sea la madrina de su segunda hija, de Blanca. ¿Así que cómo negarme a algo que me da la vida? ¿Cómo decir que no al que era mi sueño?

Paso de pensar que jamás sería la madrina de nadie, a ser la madrina de dos niñas queridísimas y las hijas de dos de las mejores amigas que se puede tener. Paso del vacío más absoluto a tener una ilusión increíble por poder aportar algo a esas niñas. Y creo que lo haré bien. Espero no defraudar a quienes han apostado por mí. Es un regalo absolutamente maravilloso. Tal vez el mejor que me podían hacer en estos momentos.