martes, 21 de mayo de 2013

Añoranzas


Es llegar la primavera, aunque sea tan fría como estos días, y empezar a sentir esa añoranza extraña de mi adolescencia. No es que en primavera hiciera algo distinto con mis amigos a lo que hacía el resto del año, pero en mi recuerdo se han quedado grabadas esas tardes, de paseos, de charlas, de risas, de confidencias. 

Esas tardes de sueños, de descubrimientos, de abrir la mente a nuevas posibilidades, dudas, miedos, alegrías. 

Hoy tengo añoranza de aquello. Y de esos amigos que me fueron haciendo como ahora soy. Porque la amistad va cambiando, las personas quizás no tanto, pero sí las circunstancias que nos rodean. Resulta complicado encontrar ahora un rato como los de antaño, en los que el tiempo pasaba lento, acompañado de gominolas, pipas, patatas, coca colas, una pelota incluso, un banco, un pensamiento, una película que íbamos a ir a ver al cine, una canción que no dejábamos de cantar. Repetir una y otra vez la misma tontería, hasta que había que parar porque dolía la tripa de tanto reír.

Recuerdo cada una de esas sonrisas, y algunos de esos abrazos. Y aunque ahora a veces las veo sé que no son las mismas, que ya no somos los mismos. Que quedaron en el barrio muchas de esas ilusiones y esos sueños, cambiados por otros, quizás incluso mejores, pero diferentes. 

Ya no tenemos tiempo para divagar, la vida nos lleva demasiado deprisa por sus caminos, sin tiempo de reflexión. Ya no hay pensamientos, solo actos, rápidos y directos. No hay excusa para el paseo, para sentarte en un parque y dejar que el sol te dé en los ojos, sin más objetivo que el compartir espacio y tiempo con esa persona que se llama amigo.

Será que los años me hacen más negativa. Que la vida me hace desconfiar ya de todo y todos. Que la primavera está siendo una mentirosa. Pero mis añoranzas de hoy son más agrias que dulces. Más tristes que alegres. No tengo fe en que esto cambie para bien, solo queda una cosa: adaptación. Y recordar aquellos amigos, para cuando los tengas enfrente intentar descubrir de nuevo en sus ojos aquel brillo que fascinaba. 

Amigos, ese mundo tan complejo.