Te enfadabas conmigo: “Eres una zalamera”. Cuando en un restaurante hablaba de más con el camarero, o en el taxi con el conductor, o en la tienda con la dependienta.
viernes, 28 de agosto de 2020
Zalamera
jueves, 27 de agosto de 2020
Yaya
Le gustaba que sus nietos le llamaran yaya. No abuela, ni abuelita, ni otra cosa. Era la yaya. Y se llenaba de orgullo si alguno de sus pequeños se lo decía.
miércoles, 26 de agosto de 2020
Xeneize
Llevaba su camiseta azul con la franja amarilla horizontal a todos lados.
martes, 25 de agosto de 2020
Walkman
lunes, 24 de agosto de 2020
Vivir
¿Y si el mundo se había acabado?
Despertó sobresaltado, sudando, con las sábanas hechas
un ovillo al pie de la cama. Demasiadas pesadillas esa noche, demasiado calor,
incluso frío.
Sonrió, pero de repente volvió a pensar, ¿y si el
mundo se había acabado?
¿Y si su sueño era realidad?
Se despertó todo lo rápido que pudo, y se dio un golpe
en el dedo gordo del pie. “Buen comienzo”, pensó.
En la casa no había nadie. Ni su mujer, ni sus hijos,
ni los perros, pero sí todo por el medio, como si hubiera habido una guerra.
Los restos del desayuno encima de la mesa. Los platos sin fregar. La basura sin
sacar. Y las mochilas del colegio tiradas por el suelo, con todo fuera: libros,
cuadernos, estuches, y juguetes. “¿También llevan juguetes al colegio?”
Se vistió rápido. Se lavó la cara en un baño
completamente desordenado, con las toallas sin colgar, los cepillos de dientes
en medio del lavabo…
“¿Qué estaba pasando?”. Su casa solía ser un lugar
limpio y ordenado.
Salió fuera e intentó coger el ascensor, pero estaba
ocupado, aunque ni subía ni bajaba. Decidió bajar andando. De dos en dos los
escalones, tropezando en varias ocasiones.
Al salir a la calle notó el aire gélido de febrero, y
un inusitado silencio. Ningún coche, ningún peatón, las tiendas cerradas o a
medio abrir. El sol no quería salir del todo y una extraña nube gris ocupaba
todo el cielo.
Aceleró el paso. Corrió, para llegar a ningún lado,
para encontrar algo o alguien. Para que su corazón dejara de latir a un ritmo
infernal. La realidad era igual que el sueño que acababa de tener. Y no sabía
qué hacer. Ya había despertado, todo se había terminado.
El mundo se había acabado. “¿Merecía la pena seguir
adelante solo?”
Cerró fuerte los ojos, apretó los puños, y empezó a
oír una melodía que le resultaba familiar. Insistente, venía de… venía de su
cabeza. Sonaba y sonaba. Retumbaba.
-“Despierta dormilón, apaga la alarma del móvil que
otra vez lo has dejado debajo de la almohada”.
Abrió los ojos, esta vez de verdad, y el mundo no
había acabado, ni mucho menos.
Se sintió feliz, se sintió vivo. Vivir solo es eso:
vivir. Despertar cada día y entender que somos unos privilegiados porque de
nuevo se nos ha dado el regalo de vivir, y de no hacerlo solos en un mundo
acabado.
.
domingo, 23 de agosto de 2020
Único
Eres único. Nadie podría nunca decir otra cosa de ti.
sábado, 22 de agosto de 2020
Tormenta
La televisión de su pequeño salón estaba apagada, solo una pequeña lámpara de
pie iluminaba la estancia, acogedora. Una vela de vainilla desprendía su aroma.
Ella leía, o lo intentaba, porque no conseguía concentrarse
lo suficiente. “Aún estaba intentando digerir el mensaje de White…” Era la
tercera vez que leía la misma frase.
Cada poco tiempo miraba el móvil. Nada. Cuando el tiempo pasa lento nunca llegan
los mensajes. Miraba la hora, o no, pero desbloqueaba el móvil para hacerlo.
Volvió al libro: “el mensaje de White cuando la persona que más odiaba del mundo…”
Un tremendo resplandor iluminó la habitación. Ella cerró los
ojos. Estaba nerviosa. Cada vez la lluvia sonaba más y más fuerte, golpeando
los cristales de la casa.
Por fin de pronto la puerta sonó. Él entró empapado, sonriendo.
Ella se relajó al fin, con él, ahora sí, había llegado la tormenta perfecta.
viernes, 21 de agosto de 2020
La sonrisa
Sonríe. Quiere salir bien en la foto, sacar su mejor cara, que parezca que todo va de maravilla.
Total, está de vacaciones, ¿cómo no va a estar bien? El lugar donde se encuentra es paradisíaco, uno de esos enclaves de postal.
No tiene compañía, va solo. Esta vez los astros se han alineado y nadie ha podido ir con él... o no han querido, pero no, no, seguro que no es eso.
Así que sonríe. El paisaje es precioso. Qué pena que la gente no pueda ver lo increíble que es esta cala. Bueno, para eso está la foto.
Tú sonríe, luego le pones el filtro ese nuevo que te pone los ojos más brillantes, y el modo 'beauty' de la cámara. Nada puede fallar.
Está solo, nadie quiere acompañarle ni hablar con él, su trabajo es una basura y vive en un piso de alquiler compartido con dos familias.
Pero ahora sonríe, que si logro que le den Me gusta a la foto todo habrá merecido la pena.
La gente me envidiará por esa foto. ¿Importa acaso que mi vida esté vacía?
Yo sonrío, salgo bien en la foto, la luz es preciosa, el lugar es genial y lo único que importa son los Me gusta de las redes sociales.
Hoy soy un triunfador, sonrío.
jueves, 20 de agosto de 2020
Rencor
Me dijiste que me perdonabas. Que podías entender que un desliz lo tuviera cualquiera, y que tu amor por mí era tan grande que podrías seguir adelante. Pero no seguiste. No volviste a ser la misma que eras.
miércoles, 19 de agosto de 2020
Quisiera
martes, 18 de agosto de 2020
Pasión
Mirar tus ojos es perderme totalmente. Olvidar quién soy, dónde estoy, dónde voy.
Sentir tu pupila atravesando la mía, no querer apartar la
mirada, no poder hacerlo.
Unos ojos que te atrapan, una mirada que te descoloca. La forma, el color, la manera de observar, el
modo de observarme. Sobran todas las palabras, aburre cualquier sonido, llena
el corazón.
Pasión. Solo eso. Pura pasión.
lunes, 17 de agosto de 2020
La oscuridad
Olvidó todos sus miedos infantiles y se metió en el pequeño agujero que había encontrado en la casa. Empezó a caminar, agachándose cada vez más, casi a rastras.
domingo, 16 de agosto de 2020
Ñoño
- “Me desesperas cuando te pones tan ñoño. Esa actitud infantil, que parece que te vas a echar a llorar”.
sábado, 15 de agosto de 2020
Nunca digas nunca
A la vida le gusta jugar con nosotros. Nos acaricia en ocasiones para que nos confiemos, y luego cuando te despistas te muerde con fuerza. La vida juguetona.
Conducía a más velocidad de la permitida, por esos lugares
que había prometido no volver a visitar. La música retumbaba y el coche se
movía al ritmo de su sonido.
Apenas se veían las líneas de la carretera. El pie derecho
le dolía incluso de tanto pisar el acelerador. Estaba poniendo el vehículo al
límite, estaba poniéndose él mismo al límite. En una mano el volante, en la
otra el móvil, él grabándose, y en el suelo del coche los restos de una fiesta
poco recomendable si vas a conducir.
Una curva a la derecha, otra más cerrada también a la
derecha, una recta para coger fuerzas y de nuevo una curva, esta vez a la
izquierda. Las ruedas chirrían, el tubo de escape resopla, harto de aguantar
tales embestidas. Y la muerte empieza a asomarse detrás de la vida, mostrando
una sonrisa pícara, sabiendo que el juego ha empezado.
Vida y muerte, a partido único. La muerte sabe que hoy lleva
ventaja, y la vida está un poco cansada de tener que apelar siempre a la heroica,
y marcar el gol en minuto 93.
Por eso hoy lo fácil sería rendirse, dejarse llevar y
aceptar que el camino más fácil es la muerte.
Pero es la vida, y la vida nunca se rinde. Nunca deja de luchar, aunque esté en
el escenario más difícil y frente al rival más complicado. Nunca te abandona,
porque quiere que sigas el juego.
Así que hoy toca echar una mano, en forma de aviso de que la
gasolina se acaba. Y apaga la batería del móvil de golpe. Y deja que él se
relaje y deje de pisar el acelerador, casi ya con el pie acalambrado. Poco a
poco la velocidad baja, y la muerte se retira enfadada consigo misma, por haber
estado más lenta.
Pero es que nunca, nunca, hay que rendirse. Nunca. Porque en
cualquier instante la vida puede querer sacar la cara por nosotros, y es una
pena fallar a quien de verdad nos quiere.
viernes, 14 de agosto de 2020
Madrid
Pensaba en ese momento que se quedaría allí para toda la vida.
jueves, 13 de agosto de 2020
Leo
Del 23 de julio al 23 de agosto.
miércoles, 12 de agosto de 2020
Karma
- “Que no, que el karma es otra cosa. Que merece la pena portarse bien en esta vida para recibir recompensas en esta misma”.
- “Pues para mí el karma es más bien eso de que si eres
bueno ahora tendrás otra vida en otro cuerpo mejor aún”.
-“Claro, y si te portas como un cabrón te conviertes en hormiga,
¿no?”
- “Justo, tú una hormiga, yo un tío forrado. Porque soy un
cacho de pan. Aprende de mí”.
Mientras corría por el paseo marítimo se acordaba Klaus de
su conversación con Kurt, una charla adolescente que tuvieron hace más de veinte
años.
“Tonterías. Patrañas.
Mamarrachadas. Estupideces. Boberías”.
Su mente se disparaba hacia los lugares más rebuscados.
Desde recuerdos del pasado a jugar con las palabras.
“Karma, calma, cama, cala, lama, laca, carca, karma, Karla”
Karla le había dejado y todo le llevaba a ella. Cada
palabra, cada recuerdo, porque sabía que en esa conversación de cuando eran
jóvenes había mucho de verdad: hubiera debido portarse bien en esta vida para
recibir recompensas en esta misma.
Y ahora estaba solo, había perdido su familia, había
desperdiciado su vida, y solo le quedaban kilos y kilos, de peso y de dinero.
Para vivir solo, sin Karla, sin karma. Sin querer vivir.
martes, 11 de agosto de 2020
Jueves
Como cada jueves salió a dar un paseo por el Retiro.
Misma hora –seis de la tarde-, mismo recorrido. No era el
parque más cercano a su casa, ni siquiera era el parque que más le gustaba.
Pero como cada jueves enfiló la recta que le llevaba a la
estatua del Ángel Caído.
Se sentó en el mismo banco que ocupaba cada jueves, a la
misma hora, en el mismo sitio.
A veces estaba ocupado y disimulaba el tiempo que fuera
posible hasta hacerse con él.
Entonces sacaba su libro, cada jueves el mismo, en el mismo
banco, a la misma hora, en el mismo parque. Y esperaba hasta las ocho.
Y las personas que pasaban quizá eran las mismas, pero ya no
formaban parte de su cuadro perfecto: mismo parque, cada jueves, mismo sitio,
misma hora, mismo libro.
En ese puzzle siempre faltaba una pieza: ella. Quien había
estado aquel jueves de hace 3 años en el Retiro, en el mismo banco, a la misma
hora, en el mismo sitio, con el mismo libro.
Sabía que nunca más estaría allí, pero ese acto era su
pequeño homenaje de recuerdo.
“Nunca olvides el jueves en que nos conocimos. Seis de la
tarde, sentados en este banco, leyendo ambos el mismo libro. Prométeme que
siempre lo recordarás”.
Y él, que nunca había roto una promesa, volvería cada jueves
al mismo parque, a la misma hora, al mismo banco, con el mismo libro, pero sin
ella.
lunes, 10 de agosto de 2020
San Isidro
Cada 15 de mayo podría ir a la pradera, a celebrar el día del Santo.
En la verbena, entre chotis y chulapas, entre parpusas,
entresijos y bocatas de calamares, podría evocar su recuerdo. Entre tontas y
locas, entre niños que empiezan y mayores que se despiden.
San Isidro es cada día, el día de su padre, el día de su
referente, el día del patrón - no de su ciudad- sino del barco de su vida.
Una ausencia que le llena a diario, que le enseña con su
recuerdo y le acompaña con su vacío.
Los que ya no están son, en ocasiones, quienes más cerca
están.
Un día más sale a la calle. A pasear de su mano, pero sin
él. A recordar su perfume, pero sin saber qué colonia llevaba. A intentar
rememorar su voz…
A celebrar cada día San Isidro, con el recuerdo de quien
fue, es y será su as de guía en la vida.
domingo, 9 de agosto de 2020
La huída
No sabía cuánto más aguantaría corriendo.
Sentía los pasos muy cerca, podía escuchar su propio corazón
a punto de salir por la boca.
Sus piernas aún respondían, pero cada segundo que pasaba le
enviaban la señal al cerebro: "al siguiente paso caeré". Notaba esa
flojera que te avisa de que está cerca el final.
"Corre, por favor, no te rindas ahora. Sólo un pequeño
esfuerzo más. No puedes fallar".
Intentó atrapar el aire con su respiración, pero el oxígeno
entró casi haciendo daño. Sus pulmones no aguantaban, sus jadeos cada vez eran
más constantes. Intentó mirar hacia atrás.
De repente no se oía nada. Frenó en seco y se dejó caer con
la espalda apoyada en el árbol. Agachó la cabeza entre las rodillas y respiró
profundamente. Caían las gotas de sudor.
Quizá todo había acabado ya. ¿Se habría rendido? ¿Habría
logrado suficiente ventaja?
Volvió a respirar fuerte. Y se empezó a incorporar.
Lentamente se asomó por detrás del árbol...
- "¡Te pillé!", gritó su prima asustándole.
- "No hay quien pueda huir de ti, eres demasiado
rápida. ¿Cambiamos de juego?"
sábado, 8 de agosto de 2020
Gigante
Salió a pasear como hacía a diario.
viernes, 7 de agosto de 2020
Frágil
Frágil, como la copa de cristal en casa de tu madre, esa que lleva años en el aparador y que temes limpiar (o usas como excusa para no hacerlo nunca).
Frágil. Estaba harta de que siempre le dijeran que era frágil.
Que ante cualquier cosa se derrumbaba, que estaba desperdiciando su vida, y que
tenía que animarse y salir más. Así conocería a alguien.
“Frágil”, repetía ella. “Frágil es quien piensa que necesito
de alguien para ser feliz. Frágil quien se apoya en otras personas para darle
sentido a su vida. Frágil tú, que utilizas tus palabras para herir a quien
crees que es más débil que tú, aunque no lo sea”.
Repetía una y otra vez la palabra en su cabeza, frágil,
frágil, frágil, frágil. Como cuando de pequeños repetimos tontamente la palabra
“jamón” y así cambiamos su sentido. “Jamón, jamón, jamón, jamón”. Ese
pensamiento le hacía sonreír. Qué sencillo el ser humano, que en esencia sabe
disfrutar, y cuando va creciendo solo sabe buscar problemas para alimentar el
sufrimiento.
Frágil no significa nada cuando se repite una y otra vez. Ninguna
palabra significa nada. O solo lo que tú quieras pensar. La fragilidad, tan
llena de defectos como plagada de virtudes.
Dejemos de pensar: “Jamón, jamón, jamón, jamón”.
jueves, 6 de agosto de 2020
La elección
miércoles, 5 de agosto de 2020
El despertar
martes, 4 de agosto de 2020
En calma
lunes, 3 de agosto de 2020
La búsqueda
Al amanecer
Aquel momento que recordarían porque estaban a 400 kilómetros de casa, con un coche prestado por el padre de uno de ellos, sintiendo la libertad del momento, pero sin percatarse de la belleza de la imagen.
Cerrando los ojos en ocasiones, con más fuerza de lo habitual, como si así pudiera retener lo que estaba viendo. “Mantén esta imagen en tu cabeza, venga, hazlo, llena el alma del recuerdo de esta luz, del sol que nace, de las olas que vienen y van, y de tus amigos que ríen sin parar. Hazlo tuyo”.