No sabía cuánto más aguantaría corriendo.
Sentía los pasos muy cerca, podía escuchar su propio corazón
a punto de salir por la boca.
Sus piernas aún respondían, pero cada segundo que pasaba le
enviaban la señal al cerebro: "al siguiente paso caeré". Notaba esa
flojera que te avisa de que está cerca el final.
"Corre, por favor, no te rindas ahora. Sólo un pequeño
esfuerzo más. No puedes fallar".
Intentó atrapar el aire con su respiración, pero el oxígeno
entró casi haciendo daño. Sus pulmones no aguantaban, sus jadeos cada vez eran
más constantes. Intentó mirar hacia atrás.
De repente no se oía nada. Frenó en seco y se dejó caer con
la espalda apoyada en el árbol. Agachó la cabeza entre las rodillas y respiró
profundamente. Caían las gotas de sudor.
Quizá todo había acabado ya. ¿Se habría rendido? ¿Habría
logrado suficiente ventaja?
Volvió a respirar fuerte. Y se empezó a incorporar.
Lentamente se asomó por detrás del árbol...
- "¡Te pillé!", gritó su prima asustándole.
- "No hay quien pueda huir de ti, eres demasiado
rápida. ¿Cambiamos de juego?"
No hay comentarios:
Publicar un comentario