sábado, 24 de agosto de 2013

Rutinas del fin del verano

Después de mi cumpleaños siempre tengo la sensación de que llega el final del verano. Sé que aún queda un poquito, pero es como si montara en bici (ya es esto bastante surrealista), y me dejara caer por una cuesta.
Veo cada vez más cerca el muro contra el que me voy a estrellar... en este caso el otoño.
Y me entran unas ganas terribles de ir más a la playa, de bajar cada día a la piscina, de quemar todas las terrazas de Madrid.

Hacer todo eso que en mayo me prometí a mí misma que haría cuando llegara el verano.

Y ahora se escapa. Bueno, todo se escapa. Cada segundo algo se está perdiendo... o ganando, depende de cómo veamos el vaso, si medio lleno o medio vacío. Quizás si estoy escribiendo en mi blog es porque hoy lo veo medio vacío. O no, solo que he tenido un mal despertar por culpa de mi antipática vecina.

Creo que hoy bajaré a la piscina. Acabaré un libro que dejo aparcado en cuanto llega otro a mis manos. Pero hoy es su día. Hoy voy a despedirme de ese libro, a meterme en el agua, ir al centro de la piscina, y ver los edificios altos de mi urbanización. Mirar al cielo y respirar fuerte. Esa pequeña rutina que realizo cuando el verano se va acabando. Cuando siento que tengo que aspirar cada detalle.

Me tumbaré en el césped y volveré a maldecir no haberme comprado una silla. Y pensaré en comprarla para el próximo verano. Haré todas esas rutinas, sí, porque me gustan las rutinas. Porque necesito rutina ya (algunos sé que me entendéis bien).

Y cuando llegue otoño, pensaré en que el verano acabó y yo lo aproveché como debía, con la piscina, la playa, los amigos, las terracitas, las sensaciones, las cosas... esas pequeñas cosas que le dan sentido a todo.
Y contigo. Lo aproveché contigo.

lunes, 12 de agosto de 2013

Zöe



A. y yo nos conocemos desde que tengo tres años. Recuerdo el primer día que nos vimos, y la hazaña posterior jaja.
Hemos ido juntos al colegio, hemos compartido horas y horas de juegos, de aventuras, de películas, de sueños, y de realidades.

Es mi "hermano", y sé que le dan rabia esas comillas, pero en el fondo lo hago por eso ;)

Y siendo mi "hermano", hoy me ha dado el regalo de una "sobrina" (que también tiene que llevar comillas).

Y como siempre me sucede cuando nace un niño, pese a que estoy inmensamente feliz me cuesta exteriorizarlo. Es cuando me quedo sola, cuando pienso en ciertas cosas, cuando me doy cuenta de lo grande que es lo que hoy ha pasado.

Zöe llega al mundo un 12 de agosto, cerca de mi cumpleaños, respetando desde el principio a la Tita Di.

Zöe llega de la mano de E., una persona que se coló en mi universo, y que me cuida, me acompaña, y no me falla nunca cuando vienen mal dadas. Ahora toca estar a su lado, pero para disfrutar esto tan maravilloso que es la vida en estado puro.

Y Zöe tiene la inmensa suerte de tener a un padre como A., con sus locuras y sus rarezas, con sus ataques de inmadurez o de libertad más bien, soñando con un mundo lleno de Pros y zombies, soñando con un mundo lleno de amor y amistad. Así es él, un loco, un auténtico loco al que necesito en mi vida.

Aunque en algunas etapas hayamos estado separados, hemos llegado a esta más unidos que nunca. Y sé que ahora lo estaremos más si cabe. Y me siento feliz. Porque comparte todo conmigo, porque es más que nunca ese "hermano" sin comillas, ese "hermano" que no me falla.

Hoy ha nacido Zöe, que tiene ya reservado un asiento de honor en mi vida. Junto a los pequeños que van llegando, pero de una forma un tanto especial.

Porque sí, A, venga, te lo digo, porque eres mi hermano, sin comillas, sin dudas, y te quiero de verdad.

Felicidades a los tres. Bienvenida al mundo Zöe, solo una mirada y ya te quiero...