viernes, 25 de abril de 2014

Y sin embargo...

Estoy confundida.
Hoy es uno de esos días que te tienen con la mente un poco perdida. Sabes que no viene a cuento estar feliz, pero que tampoco deberías estar triste.
Pero no se puede evitar. Hoy tengo un pensamiento extraño que me da vueltas: qué pena que gente tan importante de mi vida no haya conocido a una persona tan excepcional como mi padre.

Pena por el tipo de persona que era, grande, grandísimo. Noble y sencillo. Directo pero delicado. Con sus errores, muchos, pero con unas virtudes difíciles de igualar hoy en día.

Y me siento orgullosa cuando alguien me dice que me parezco a él. Pero lo triste, claro, es lo que os decía, que cada vez hay menos gente a mi alrededor que le haya conocido.

Sé que mis palabras sobre cómo era hace que quien me ha escuchado tenga la sensación de conocerle, pero pufff, no sabéis lo que os perdéis.

A mí me llena de orgullo leer a mi primo R. hablar de él con un sentimiento tan bonito. Y me gustaría que más gente me hablara de él. De cómo fue, de cómo le recuerdan, de cómo les marcó.

Está claro que a mí, y a mi hermano (que seguro que suscribe cada palabra), nos marcó más que nadie, nos enseñó tanto de la vida, de la gente, de cómo hay que ser y enfrentarse a la vida. Nos enseñó antes y después. Pero estoy más que convencida que todos los que vivieron algo con él le recuerdan, de un modo u otro. Y no puede ser un mal pensamiento.

Porque mi padre era un buen hombre, por encima de todo. Y supongo que eso es lo más bonito que se puede decir de alguien.

Eso y un simple felicidades papá, allá donde estés, porque tienes que estar, porque todos estos recuerdos te tienen que mantener vivo. Hubieran sido 71, hubiera sido un día feliz, pero se ha quedado en un día extraño.

Y sin embargo... te quiero más aún.