domingo, 26 de octubre de 2014

Echa la llave y sal.

Me duele la garganta. Ese dolor que raspa, que hace que algo tan habitual como tragar sea una batalla constante. Duele mucho. Y esa falta de defensas me hace más vulnerable aún.
Domingo. Acaba un fin de semana muy intenso. Ha tenido mucho y casi todo muy bueno.
Cosas diferentes, personas distintas, mucho sentimiento, aunque eso como cada día.

Qué de tiempo sin escribir en mi espacio. Sin venir aquí para contar un poco de mí.

No es que no tenga nada que decir, es que simplemente las palabras parecen estar descansando.

Miro mis manos, y sólo veo el reflejo en la pantalla. No me dice nada, no las veo rápidas, como tampoco veo mi mente ágil para escribir, para dedicarme a la escritura automática. Ni automática ni manual. Que no. Que no sale.

Así que tras venir a abrir las ventanas para que mi casa se aireara, vuelvo a echar la llave, pongo cerrojo y dejo la casa cerrada hasta las próximas vacaciones, cuando vuelva aquí con ganas de disfrutar de mi sitio y de enseñar al resto lo que surja.

Mientras tanto, y más que nunca, seguiré visitando casas ajenas para disfrutar de quien sigue teniendo el arte de escribir intacto. Envidia total.

Hasta pronto.