martes, 31 de enero de 2012

Ahogada y sola



Hay veces que por más que miras a tu alrededor y ves gente, y más gente, y más gente, te sientes más sola que nunca. Porque la soledad no es solo no tener a quien abrazar, o a quien besar, o a quien hablar. Para mí la mayor muestra de soledad es no tener con quien llorar. Y eso es lo que siento en días como hoy, cuando llevo más de una semana sin quedar con nadie. Cuando llevo varios días sin coger el teléfono (porque no suena).

Y siento que esto no es tan raro, sino que forma parte de mi vida, y es el camino más recto hacia la comprensión de eso mismo, de mi vida: estoy sola.

Ahora que lo sé toca comprenderlo.

Porque tengo mucha gente que se preocupa por mí, que me escribe o me llama de vez en cuando (cuando sus obligaciones, que lógicamente son lo más importante, se lo permiten), gente que está dispuesta a quedar conmigo si se lo digo, pero ya está. No tengo un confidente, no tengo un amigo íntimo, no tengo un mejor amigo. Ante mis lágrimas estoy sola, quizás el espejo, más veces la almohada.

Estoy perdida. Poco a poco más perdida. Ahogada y sola.

lunes, 30 de enero de 2012

miércoles, 18 de enero de 2012

Aquello que nunca debió ser



Se dice que hay que dejar el pasado de lado en ocasiones, que si no te quieren ya tienes que asumirlo y echar la vista al frente. Que la vida sigue y que el futuro te tiene reservado algo mejor.

Ya escribí sobre los tópicos. Están ahí, esconden mucha realidad, claro que sí, pero no molesta por lo que dicen, sino porque se usan fácilmente, como recurso rápido. 

El caso es que conociendo todos los tópicos, y encontrándome cada día mejor, lo cierto es que es inevitable la melancolía, la nostalgia, la mirada al pasado, el recuerdo que se te clava como un puñal en el corazón. Y al sentir esa puñalada -como un resorte- salen las lágrimas. Notas un sudor frío que te recorre el cuerpo, el estómago se te encoge, el corazón se dispara. Y luchas por borrar esa imagen que se te fija en los ojos, en la mente, pero no se va, no siempre consigues escapar, y es entonces cuando asoman esos sentimientos que tenías, que sabías escondidos.

No se deja de querer, de amar, de un día para otro. Yo nunca he dejado de querer a nadie a quien haya querido. ¿Cómo pretender que lo haga ahora? Me aguanto y no hablo lo que querría, me intento mostrar cada día más fuerte, pero a quien me dice "uf, ya han pasado seis meses, ya no hay excusas" les querría ver en mi situación. 

Tú, que ahora tienes a tu novio/mujer/pareja sentada a tu lado, agarrándole la mano mientras lees esto, y él/ella ve la tele, piensa en ese mismo momento sin nadie a tu alrededor. No solo eso, sabiendo que esa historia se acabó, que nunca volverás a tener ese instante de felicidad contenida, tranquila, relajada. 

Es la vida, la puta vida. Es empezar a vivir de nuevo con un corazón bloqueado para amar, y que sigue sufriendo aún. Es intentar no pensar que cada cosa que haces te recuerda a ese pasado, y lo que es peor aún, a ese futuro que soñabas en común.

Tú, que ahora me lees y que quizás no me entiendes, piensa que esa persona que dormirá a tu lado esa noche, o que te dará las buenas noches y te dirá te quiero antes de irse a la cama, ya no estuviera, ya no estará más. Piensa que te vas a dormir sola, sin escuchar esas palabras. Acostúmbrate a ello. ¿Es tan fácil como decirlo? Ya te digo yo que no.

Las letras, las palabras, son mi bálsamo. Son mi terapia ante la tristeza, la pena que a veces te golpea, la maldita melancolía. Las palabras me sirven para sacar de dentro cosas que son difíciles verbalizar, y quizás -sí, claro que sí- para que algunos se acerquen más a mí. Sé que a veces me leéis, me comprendéis y no sabéis qué decirme. Me sirve... yo sé que estáis. No sé quiénes sois, pero sé que algunos estáis leyendo esto. Y que alguno incluso puede estar entendiéndome mejor que nunca. Otros no. Y me alegro por ellos. Suerte la de aquellos que tenéis a alguien al lado que os abraza antes de ir a dormir. Son esas pequeñas cosas las que se añoran después. Las que nunca deberíamos añorar. Las que me prometieron que siempre tendría...

PD: Acompaño este texto con "Aunque tú no lo sepas", una de mis canciones favoritas de siempre. Un top ten de mi vida. Tristeza en estado puro. Maravillosa

martes, 17 de enero de 2012

Reseñas de libros VII: Dime quién soy


"Dime quién soy" de Julia Navarro.

He tardado más tiempo del necesario para leer este libro, pero he de decir que las últimas 300 páginas han volado. Cuando empecé a leerlo lo primero que pensé fue: "no entiendo cómo una literatura tan simple, una escritura tan sencilla, ha enganchado a tanta gente".

Pero es que hay que decir que la historia en este caso está por encima de la buena escritura (que lo es, que el libro está muy bien escrito, solo que no me resulta especialmente espectacular). Muy por encima. Una buena idea, muy bien organizada, estructurada. Unos personajes interesantísimos. Y un trasfondo histórico maravilloso: entre la Guerra Civil Española y la Guerra Mundial.

Es de esos libros a los que aún les faltan páginas, ¡cuando te has leído más de 700!

Mi nota: 8

jueves, 5 de enero de 2012

La especial Noche de Reyes



La noche del 5 de enero es desde siempre muy especial en mi familia.

Supe cómo mi padre se ilusionaba como un niño mientras colocaba en el sillón del salón todos los regalos, esperando a nuestro despertar el día 6. Esa ilusión de todo padre ante la cara de su hijo el día de Reyes.

Con los años cambiamos la tradición por una preciosa e íntima cena en la noche de Reyes, en nuestra casa, mi madre, mi padre, mi hermano y yo. Tras esa cena con menú a elegir entre todos (tan lejano del menú de Nochebuena o Nochevieja) nos entregábamos los regalos y disfrutábamos por fin del maravilloso roscón (si puede ser con nata, por favor, solo no). Ese roscón que intento evitar tomar justo hasta esa noche.

Al irse mi padre la tradición se mantuvo, más si cabe. Cuando vivía en Málaga venía esta noche a celebrar la cena con mi familia. Los últimos años incluso celebraba la Noche de Reyes en Madrid y el Día de Reyes en Málaga, con viaje de 540 kms por en medio.

El caso era estar. Simplemente estar. Y pensar en mi padre, recordarle, y dedicarle cada regalo, cada sonrisa, cada roscón.

La cena de hoy es difícil. Demasiados recuerdos, demasiada añoranza, demasiados cambios. Y más ausencia. Pero nada ni nadie me debe, me va, a quitar la ilusión por esta noche. Por ello ya he echado mis lágrimas. Ya he llorado lo justo. Y entre medias he disfrutado de un atardecer espectacular, con el parque del Retiro de fondo.

No he escrito este año carta a los Reyes Magos. Pero sé que he sido buena. Lo he sido. Y lucho por ser cada día más buena. Mejor persona, más feliz, aunque con un poso de egoísmo. Que me perdonen los que no me entiendan. O no, me da igual. Yo estoy convencida de que he ido dando los pasos que debía dar en cada instante. Y repetiría todos, uno tras otro, porque todo en la vida tiene un porqué. Lo que ocurre es que no es fácil ponerse en el lugar del otro e intentar entenderlo. No importa, de verdad. Lo único importante es pararte por un momento a pensar y reflexionar. Echar la vista atrás, analizar esos recuerdos y confirmarlo, del modo que sea: "lo hice bien".

Pues como decía, que no he escrito carta, y no sé si habrá algún regalo más que la bolsa de caramelos tan tradicional (que antes preparaba mi papi y ahora prepara mi hermano con igual ilusión). A mí los Reyes me traen ya el mejor regalo: compartir esta noche tan especial con tres personas que nunca me fallan. Que respetan cada decisión que tomo, por desacertada o loca que sea, y que me han dado su hombro para llorar tantas veces últimamente: mi mami, mi hermano y mi Cú. Gracias, sois mi regalo, el mejor regalo posible de Reyes.

Que os traigan a todos muchas cosas! Y viva el Roscón de Nata!