martes, 25 de agosto de 2020

Walkman


Anclado en el pasado.

Aún no tiene un Smartphone, se conforma con su viejo Nokia 3310 para poder recibir llamadas.

Puedes visitar su casa y no podrás conectarte a una red Wi-Fi, porque ni siquiera tiene internet.

La casa está llena de libros, de periódicos del día, y de días pasados. Revistas antiguas. Un ebook es algo tan extraño para él que no quiere siquiera que le intenten explicar. Tampoco él se molesta en explicar a nadie lo maravilloso que es oler las páginas de un libro de papel, y tocar su portada.

No le digas que pida un Uber o un Cabify, o que traigan comida a domicilio a través de Just Eat. A veces, como último recurso, sube a casa algo de comida del bar de abajo.

Apenas sabe lo que es Netflix o HBO, y Amazon le suena porque a veces le quieren dejar en su casa los paquetes de la vecina. Sigue viendo el Telediario de la 1, y apenas ve ninguna otra cadena en su vieja televisión.

En ocasiones se ve alguna película en VHS, de las tantas que tiene grabadas, de aquella época gloriosa en que los vídeos eran un objeto de privilegiados.

Como el tocadiscos, una auténtica reliquia que aún le sirve para escuchar su música. Tan moderna como la actual. “Esto sí que es música y no lo que se escucha ahora”.

No es tan mayor. Ni siquiera ha llegado a los cincuenta años, pero no quiere ir más rápido que el tiempo y perderse cosas que siempre le fascinaron.

Por eso, al acostarse, se pone su viejo Walkman Sony, un aparato naranja que le trajo su padre de un viaje a Frankfurt, y escucha alguna emisora de radio para dormir. Solo así, solo con las voces de los locutores consigue conciliar el sueño, y es ahí, durante esas horas de descanso, en las que vive grandes aventuras en la modernidad.

Y al despertar, se quita su Walkman Sony Naranja y vuelve a empezar un día de lucha contra la tecnología. Él sabe que la batalla está casi perdida, pero aún quiere seguir peleando.

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