miércoles, 16 de mayo de 2012

Denia. 1983



Tenía 7 años. Tengo leves recuerdos de aquel verano. Sobre todo recuerdo la piscina, porque los intrincados toboganes me dejaban con la boca abierta, y nadar junto a mi padre me fascinaba.

Recuerdo el restaurante que había a la entrada, donde probé por primera vez la pizza, aunque entonces no me gustaba demasiado, ay, bendita ignorancia.

Me acuerdo de la terraza del apartamento, que daba al césped, y que era mi rincón favorito para desplegar todo un ejército de "cliks" de Playmobil e inventar miles de aventuras imaginarias, donde la protagonista siempre era yo.

Jugaba con mi hermano a la pelota. Y bajábamos a la playa, cruzando la carretera.

Y para mí era solo un verano más de esos, donde íbamos a un sitio nuevo. Donde siempre había algo que a mis padres no les gustaba y emprendíamos un viaje sin regreso. Lugares que visité y a los que nunca volví. Y algún lugar que visité y donde luego viví.

Pero ese 1983 fue el año en el que llegamos allí. La pequeña localidad que se convertiría en mi pequeño paraíso. El sitio de mi recreo al que volví con mis mejores amigos, con mi novio, con amigos que no eran tan buenos (aunque creía eternos). El espacio en el que me siento yo, en el que dejo que mi mente vuelva a mi infancia. Y me siento como cuando tenía 7 años. Sin miedos, sin rencores, sin tristezas.

Quizás no tanto. Tal vez ahora haya demasiados recuerdos dispersos por mi casa, por sus playas, por su piscina, por su césped. Demasiada gente a la que he enseñado cada uno de los rincones que me siguen emocionando. La alegría se confunde con la melancolía. Ahí he vivido algunos de mis mejores días, y sin duda los peores minutos de mi vida.

Pero siempre volveré. Siempre me esconderé entre sus olas, entre su arena, entre sus palmeras. Volveré para encontrarme, para respirar su aire y pensar: "no sabéis lo que os estáis perdiendo".

Vuelvo este viernes de nuevo. Vuelvo con gente que repite, y vuelvo con gente que se estrena.

Y tendré mis momentos de encierro. Cuando llegue al lugar donde él siempre me esperará. Cuando mire hacia el mar y no le vea nadando a lo lejos. A uno y a otro. A ambos les añoraré, como cada vez que voy. Pero es lo que hay. Denia, mi pequeño paraíso, está esperando de nuevo nuestra visita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario