miércoles, 25 de abril de 2012

Esta vez fue Cádiz


Esta vez fue Cádiz. En otros tiempos había sido Madrid, Almuñécar, La Herradura, Granada, Algeciras, Jaén, y hasta Estambul... por citar algunos casos.

En nuestro caso el lugar nunca pareció demasiado importante. Nunca lo fue, de hecho.

Incluso a veces no importaba ni el plan que había: salir, entrar, comer, cenar, ver la tele, jugar al Monopoly, pasear, charlar. Nunca importó.

Un 9 de noviembre de hace ya muchos años (sé que ella siempre se acuerda del año, yo en cambio soy incapaz), cuando estábamos en 2º de Periodismo, cuando estábamos un poco perdidas, empezamos a marcar una etapa clave de nuestras vidas. Y aunque voy a hablar de mí sé que ella piensa igual.

Porque posteriormente he tenido magníficos amigos, gente increíble que me han dado muchísimo y por quien me he entregado. Personas que me han llenado, que me han ayudado a construir mi vida, poquito a poco.
Todos son importantes de una u otra manera. Unos más, otros menos. Y esto no quiere decir que ella sea la más importante, o que no lo sea. No tengo a nadie en mi vida, excepto a mi madre, a quien le deba más que al resto, si acaso les debo cosas muy diferentes.

Y a R. le debo el haberme hecho conocer esta amistad que supera como ninguna la distancia y el tiempo. Los altos y bajos han sido constantes. Nos fuimos a vivir a 208 kms de distancia, ella en Sevilla, yo en Málaga. Y sin embargo estaba claro que ese no era nuestro momento.

R. me ha enseñado a ser más segura de mí misma, me ha sorprendido muchas veces, me ha hecho rabiar muchas otras, y he querido matarla en ocasiones (sí, Turquía fue testigo de ello. El hambre y el sueño provocan en ella algo imposible de soportar, jaja). Pero al final siempre que nos hemos despedido, y han sido muchas y muchas ocasiones (más que de nadie, sin duda) lo he hecho sabiendo que es "la muy mejor". Que siempre estará. Que siempre estuvo. Que nunca me ha fallado. Y que espero no fallarle yo a ella.

Si me tengo que quedar con algo... me resulta difícil hacerlo. Quizás me quedo con los días más grises de mi vida. En los que estuvo cada segundo conmigo, cada minuto de agonía estaba apoyándome, comiéndose por dentro y sola la pena de verme sufrir al perder a mi padre. Y eso es algo que cualquier persona con conciencia agradecería eternamente. Y no, no es algo que cualquiera habría hecho.

Cuando uno es feliz a veces olvida de donde viene, de quien tiene. Me arrepentiré siempre de ello, de no haber sido más lista, y haberme dado cuenta de que me estaba perdiendo el crecimiento de mi "sobrino", entre otras cosas. Pero ya no hay marcha atrás. Sin embargo sé que el futuro será más benévolo, y que podremos recuperar el tiempo perdido, y no dejar escapar la suerte que un día tuvimos de cruzarnos en el camino.

Cádiz ha sido el escenario último, el más reciente. Ahora solo el destino sabe cual será el próximo lugar que visitaré como excusa. Porque al final me da igual Cádiz que Leganés. No me importa donde vaya, donde vayamos, siempre estaremos. No sé si la eternidad existe, pero si lo hace: hasta la eternidad.

Gracias por todo R., te quiero.



No hay comentarios:

Publicar un comentario