domingo, 17 de noviembre de 2013

Antes

En ocasiones solo busco un refugio. Un espacio pequeño, como aquella cama en la que me metía cuando era pequeña para leer con una linterna. Un lugar en el que solo oyera el ruido de mis pensamientos, aunque mi cabeza no pare nunca, aunque ese ruido sea atronador.

Busco un lugar en el que cerrar los ojos y pararme a descansar. Llorar con calma, con paciencia incluso, dejando que las lágrimas caigan sin temor a que nadie me vea llorar y yo interrumpa ese "dolor".

Un lugar en el que pensar sobre toda la vorágine de mi vida, de los últimos años, en los que empecé a caer cuesta abajo y sin frenos, y conseguí detener la caída para subir más alto que nunca. Y sin ayuda, o quizás sí, con su ayuda.

Hay veces en las que no puedo más, en las que no tener ese rincón para mí me provoca que el silencio me haga daño, las ausencias me machaquen y la soledad me angustie.

Antes (antes de qué?) era una fanática de cosas que ahora aborrezco.
Antes (sí, antes), tenía más sueños y menos realidades.
Antes (hace mucho antes) era feliz, pero no tanto como lo he sido ahora.
Y sin embargo cada vez sonrío menos, o lo hago para menos gente.

Lo único que me consuela en estos domingos extraños (lluvia, frío, tristeza) es saber que pase lo que pase mañana empieza un nuevo día. Y quizás el sol no salga alto y brillante, pero saldrá. Y tal vez vuelva a ser un día gris, pero quién me dice que no puede ser un día espectacular? Al menos soñaré con esa ilusión, con la de que al despertar se haya ido esa nube gris que está hoy sobre nuestras cabecitas.

Nube gris, ya no te quiero.

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