viernes, 8 de febrero de 2013

Me sobran las palabras



¡Qué cansada es la burocracia!

Ir de un lado a otro, a conseguir un papel, a que te firmen otro, te mandan de una ventanilla a la de al lado, tienes que acercarte al banco a pagar esta cantidad, luego vuelves, coges otra vez numerito, haces de nuevo la cola, preguntas, escuchas cosas que no entiendes, no te miran nunca a los ojos, rara vez te explican lo que hay que hacer, con lo cual muy probablemente acabarás teniendo que repetir todo el proceso. Y no te enfadas, ¿para qué? lo único que conseguiría es ponerme yo de mal humor al escuchar la respuesta desagradable del que no tiene ganas de trabajar pero sí un puesto de trabajo.

Pasar por eso durante dos semanas, saber que aún quedan mínimo dos pasos más, resulta agotador.

La vida es a veces agotadora. ¿No somos todos a veces un poco aquel funcionario sin ganas de hacer bien su trabajo? ¿Y muchas otras veces el pobre ciudadano que recibe un vacío como respuesta ante su problema?

Hablas, hablas, sueltas tu dolor por la boca, tus dudas, tus miedos, recibes una mirada a veces, una mínima respuesta en ocasiones, pero da igual. Nadie te va a ayudar, no al menos en estos momentos. Y no porque todo en esta vida lo tenga que solucionar uno por sí mismo. No. Sino porque ayudarte supondría hacer un esfuerzo extra, y ¿estamos dispuestos a ello en estos tiempos?

Yo lo siento por mi pesimismo, pero la experiencia me dice que no, que no pensamos dedicar ni un solo segundo extra a algo que no entrara en nuestros planes iniciales.

Ayudar no es a veces dar un rato de tu tiempo libre, eso es fácil. Ayudar a veces es sacar tiempo y fuerzas de donde no las tenemos para acompañar la soledad del otro.

Dejo de creer en la condición humana. Me sobran cada días más las palabras, por eso a este blog cada día más le faltan esas palabras...

No hay comentarios:

Publicar un comentario