sábado, 19 de noviembre de 2011

Tardes de fútbol



Leo a un amigo en el Twitter decir que uno de los placeres de la vida es una tarde de sábado con fútbol, compartido con su padre. Y no me queda más remedio que darle la razón.

Desde siempre me encantan estas tardes de deportes en la tele, toda la tarde en el sillón, viendo fútbol, baloncesto, más fútbol, lo que sea.

Hace unos años dejé de ver fútbol en la tele porque echaba mucho de menos a mi padre. Acostumbraba siempre a verlo con él. Se sentaba en su sillón, mientras yo me ponía en el sofá grande. Y discutiendo y riendo nos pasábamos la tarde entera. Desgraciadamente eso se acabó. Y como digo estuve mucho tiempo sin ser capaz de ver fútbol, me entristecía.

Ahora me ha vuelto a pasar algo parecido. Lo que no soy capaz de ver es baloncesto. Ya ves. Y me siento en el nuevo sofá del antiguo salón, donde veía el fútbol con mi padre, al lado de su sillón vacío. Y sin nadie que me acompañe para ver nada. Y me cuesta. Pero insisto, porque ya nadie me va a impedir que siga disfrutando de estos pequeños placeres. Si lo tengo que hacer sola, lo hago. Y volveré a sentir la alegría de ver a mi equipo ganar, o la tristeza de perder, y aunque esté sola pues mandaré un mensaje a mi hermano para compartir con él lo que haya pasado.

Las tardes de fútbol, esas maravillosas tardes de fútbol. Sola o en compañía.

1 comentario:

  1. Muchas veces los lugares los sentimos como "sagrados"...y bueno, eso hace que la mayoría de las veces se traduzcan en dolor, porque nos es más fácil sentir las cosas que nos duelen que las que nos hacen sentir "vivos". Otros dicen que los sitios son sitios... y nada más, yo que me acerco mucho a los primeros, tengo que decir y declarar que me siento envidioso de los segundos. Quiero sentir... pero cosas bonitas, y recordar solo esas: las bonitas.
    Di, tenemos una madera así... :)

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