miércoles, 17 de octubre de 2012

No me sueltes


Vuelve a amanecer ¡buenos días, mundo! 
Un millón de sueños por segundo, salen a ganar todas las batallas. 
¿Quién obliga al corazón a firmar la rendición? 
Si está dentro de ti con ganas de volar 
¿Quién va a amarrar el viento cuando quieras despegar? 
Si está dentro de ti, forrado con tu piel 



Las despedidas de dos en dos son malas, pero de tres en tres ya ni os cuento. 

Primero se fue mi Niña C. Años en Madrid perdidos para reencontrarnos en su adiós.
La siguiente mi Cú. Mi gran apoyo.
Y ahora mi otra C. Las tres C., tres personas imprescindibles. Tres pilares de mi vida.

Con C. no tuve un buen principio, ni mucho menos. Y todo por no saludarme en la boda de su hermano y de mi amiga S. Pero el destino es caprichoso. Y cansada de escuchar hablar las bondades de la niña un día me la tuve que encontrar en un escenario feo, muy feo. Y un sms de un desconocido nos unió en nuestro primer gran abrazo, solo el preludio de todos los que teníamos que darnos, y los que aún nos quedan. Hoy cerramos una primera etapa, y lo hemos hecho con un abrazo precioso. 

Mi K. se marcha a Dinamarca. A emprender una de esas aventuras destinadas a los valientes, a las personas grandes, inmensas, las que van marcando la vida del resto a su paso.

Me has dado tanto, me has devuelto tanta ilusión, tantas ganas de vivir, tanta fe en que tenemos todo en nuestras manos. Cada segundo compartido contigo ha sido pura amistad. No hay otra definición. 

Y ahora no te vas. Ahora solo te alejas un poquito. Y aunque no podamos darnos estos abrazos siempre estaremos juntas. Un día nos prometimos no soltarnos la mano y ahí seguimos, creciendo, caminando, viviendo, soñando, queriendo. La que lió tu hermano, verdad? La que liaron esos mojitos de la calle Ibiza... 

No ha habido despedida hoy, ni la habrá nunca. Porque nunca te irás ni nunca me iré. Porque me dejas en la mejor compañía posible. Protegida como nunca lo he estado, querida como ya era hora que me quisieran. Has dejado tu trabajo hecho. Y ahora te queda labrar tu propio camino.

No habrá noches tristes, porque siempre tendrás la forma de contar conmigo, con todos nosotros, con los que has convencido para quedarnos en tu vida eternamente.

K., gracias por devolverme a la vida. Y fue tan fácil... y es tan fácil quererte. Y es tan imprescindible quererte para siempre. Nunca me sueltes la mano. Nunca. Te quiero



No hay comentarios:

Publicar un comentario