miércoles, 14 de octubre de 2020

Equi-vocación

Toda la vida soñando con dedicarse a lo que ahora hacía.

Jugaba con las muñecas y ya interpretaba el papel de lo que quería ser, de lo que quería vivir.

Tenía charlas con ellas, en las que su profesión estaba clara, aunque ella era tan pequeña que parecía imposible que supiera siquiera lo que decía.

Pero fue creciendo y su vocación con ella. Siguió cada día más dispuesta a dedicarse a lo que había decidido. Y estudió para ello. Y sacrificó mucho tiempo y diversión por hacer esas prácticas tan increíbles.

Poquito a poco, gracias a su esfuerzo y a su saber estar consiguió lo que siempre había soñado. Tan joven y ya pisando los escenarios de sus sueños. Todo iba rodado, o así parecía a priori.

Pero siempre se dice que lo malo de los sueños es que cuando se cumplen te das cuenta de que no eran para tanto. Y eso es lo que en realidad estaba pasando.

Toda su infancia, toda su adolescencia, luchando por alcanzar un sueño, y cuando ya formaba parte de él descubrió que nada es tan bonito como nos lo pintan.

Y empezó a ver las malas caras, las puñaladas traperas, la gente capaz de pisar a cualquiera por conseguir un hueco. No hay amigos en los sueños. Todos quieren ser el protagonista, y los hay con más coraje, con más sensibilidad y con más o menos moral.

Ella era fiel a sus principios. Y aunque toda la vida soñó con ello decidió que no era su sitio. Que lo había tenido, lo había vivido, lo había disfrutado, pero que ya era hora de reconocer que fue una gran equi-vocación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario