martes, 15 de septiembre de 2020

Rebelde

Siempre le gustó ser el más rebelde. En cualquier lugar donde iba, quería mostrar su personalidad con esa faceta: la rebeldía.


Rebelde desde pequeño en la guardería, negándose a obedecer las normas.

Rebelde más mayor, intentando pasar de puntillas por las obligaciones.

Con su póster de James Dean en la pared de su habitación. Él era el rebelde sin causa en su vida.

Obedecía lo justo para no meterse en más problemas. Peleaba con los chicos en el barrio; discutía con sus amigos en el bar, mientras tomaba unas cervezas de más. Siempre había una razón para enfrentarse a lo establecido.

Su andar era chulesco, su mirada desafiante, su voz con un deje amenazador.

Le gustaba infundir miedo, y ese era su error, porque no le tenían respeto, sino temor.

Y el que siempre quiso ir de rebelde fue dándose cuenta de que la vida es otra cosa.

Y los golpes le fueron enseñando que era mejor que te quisieran por tus buenos actos a que estuvieran a tu lado porque así no sufrirían daños.

El póster de James Dean quedó tirado en alguna papelera, y sus andares, su mirada y su voz se relajaron. En ese relax él fue encontrando su felicidad, y decidió que lo de ser rebelde es un papel muy bonito: para el mundo del cine.

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